chau chau adiós

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Estoy a minutos de acostarme en mi cama, mi bella bella cama que siempre supo entender cuando necesité 5 minutos más. Mi cama desde siempre, la que se lleva el premio a la más cómoda del universo (según mi criterio). La que me perdonó las llegadas a las 7 am. Y va a ser la última noche que compartamos juntas hasta dentro de muchos meses.

Entonces me pongo a pensar y mi cabeza no se apaga: hay algo que no me deja irme a dormir. No paro de pensar en lo que está por venir. Lo inmediato: mañana me subo a un avión, pasado a otro y me encontraré en Brasil; en la ciudad de Rio para ser recibida nada más y nada menos que por mi queridísimo hermano y su amorosa novia. Lo no tan lejano: mudarme de ciudad para comenzar mi carrera universitaria.

Hace unos meses regresaba de mi más grande aventura. No tenía idea qué me deparaba el futuro. No sabía qué quería hacer, no sabía qué iba a hacer de mi vida. Estaba perdida. Poco a poco, fui encontrando distintos caminos y algunas respuestas, nuevas preguntas y nuevas certezas, viejas problemáticas…

Así pasaron los meses. Me adecué a la vida en Bariloche, aunque siempre supe que sería transitoria. Llegó el verano y volvieron las vacaciones. De repente me encontré rodeada de mi gente querida, haciendo mil planes sin descanso (ni cansancio). Me ofrecieron trabajar y sin dudarlo acepté. Y así empecé a pensar que viajar a Brasil no era tan impensable.

¡Y pensar que unos meses atrás había descartado casi por completo la idea de ir! Las oportunidades se presentan solas, hay que aprender a darles tiempo a que florezcan.

Viví muchas cosas en estos últimos meses. Admito que a veces me resulta difícil asimilarlo todo. Fue un gran verano y una parte de mi está de duelo porque termine. Así y todo, me voy feliz.

¿Lista? No lo sé. Lo averiguaré a largo plazo.

Entusiasmada sí, muy. Ansiosa, también. De los nervios ni hablemos.

Y aunque me duela pensar que voy a volver ‘de vacaciones’; que mi casa va a pasar a ser otra; que a mi familia y amigos no los voy a ver con la frecuencia que solía… tengo ganas.

Ganas de empezar de nuevo, algo nuevo, en un lugar nuevo. Ganas de largarme cuasi sola. Ganas de probar la independencia. Y de tratar, si puedo, de crecer.

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